Desde Washington lo diré, con pocas palabras. Estados Unidos ha obligado a rediseñar el mapa actual de lo que ellos llaman Oriente Medio haciéndonos a todos –incluso tambien a España- cambiar geografías y empezar a llamar casi igual a esa zona caliente del mundo que siempre ha sido y sera para nosotros Oriente Próximo. Este detalle sera solo baladí si a además añadimos a fecha de hoy el resultado de lo que la administración de George Bush ha conseguido –seguramente sin pensárselo dos veces, sin pretenderlo ni mucho menos a priori- con derrocar a
Sadam Huseim en una guerra preventiva después de los atentados del 11 de septiembre del año 2001. De aquello polvos, estos lodos. El presidente de los Estados Unidos ha llegado a hablar de la Tercera Guerra Mundial si como parece no hay soluciones internacionales que puedan remediar el deseo del régimen de los ayhatholas por desarrollar -con la ayuda de otros- tecnología nuclear. Un deseo que aquí siempre se ha traducido por la ambición iraní de poder acceder a programas de armas nucleares. Hasta el momento, Estados Unidos ha conseguido ya convertir a un país no árabe en el líder en la sombra de la región y quien sabe si también en el ejemplo a seguir por los países emergentes o en vías de desarrollo dispuestos a levantar la mano o copiar su ejemplo en lo que ha investigación de fuentes de energía tan delicadas se refiere. Pero atención, una advertencia. George Bush en política exterior repite lo que antes y después siempre han hecho y harán los presidentes estadounidenses cuando se han sentado en el despacho oval de la Casa Blanca. En política exterior aquí republicanos y demócratas guardan celosamente los consensos y si hay diferencias –que haberlas haylas- siempre es bueno recurrir a los dos mandamientos que manejan con singular destreza en la secretaria de estado… Estados Unidos ofrece barra libre al mundo, invita a beber en la copa de la paz, lo que solo se consigue después de haber sembrado libertad y democracia, los dos mandamientos fundamentales en lo que se encierra de siempre la política exterior del tío Sam.
Sadam Huseim en una guerra preventiva después de los atentados del 11 de septiembre del año 2001. De aquello polvos, estos lodos. El presidente de los Estados Unidos ha llegado a hablar de la Tercera Guerra Mundial si como parece no hay soluciones internacionales que puedan remediar el deseo del régimen de los ayhatholas por desarrollar -con la ayuda de otros- tecnología nuclear. Un deseo que aquí siempre se ha traducido por la ambición iraní de poder acceder a programas de armas nucleares. Hasta el momento, Estados Unidos ha conseguido ya convertir a un país no árabe en el líder en la sombra de la región y quien sabe si también en el ejemplo a seguir por los países emergentes o en vías de desarrollo dispuestos a levantar la mano o copiar su ejemplo en lo que ha investigación de fuentes de energía tan delicadas se refiere. Pero atención, una advertencia. George Bush en política exterior repite lo que antes y después siempre han hecho y harán los presidentes estadounidenses cuando se han sentado en el despacho oval de la Casa Blanca. En política exterior aquí republicanos y demócratas guardan celosamente los consensos y si hay diferencias –que haberlas haylas- siempre es bueno recurrir a los dos mandamientos que manejan con singular destreza en la secretaria de estado… Estados Unidos ofrece barra libre al mundo, invita a beber en la copa de la paz, lo que solo se consigue después de haber sembrado libertad y democracia, los dos mandamientos fundamentales en lo que se encierra de siempre la política exterior del tío Sam.
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