jueves, 24 de septiembre de 2009

Sonría, por favor

Ni tanto, ni tan calvo. Otra vez sin termino medio. Suele pasar y siempre nos pasamos. España y su presidente José Luis Rodríguez Zapatero está a partir un piñón con los Estados Unidos y con el matrimonio Obama. El futuro es la mejor tarjeta de presentación. El pasado, mejor se queda en el baúl de los recuerdos y a ser posible cerrado bajo siete llaves. Ahora queda de nuevo saber qué damos y qué pedimos. La primera, es la foto de familia. Sin comentarios, porque cada uno es muy libre de sacar sus conclusiones. Antes, queríamos estar en el G7. Ahora nos conformamos con seguir de oyentes en el G20. Fuimos a la guerra de Irak hasta que nos marchamos, estamos ahora a saber que nos piden en Afganistán a falta de mejor estrategia. Dejamos salir y entrar vuelos secretos camino de Guantánamo, esperamos saber a quien o quienes nos colocan... Las relaciones entre España y los Estados Unidos siempre han ido viento en popa. Vienen de lejos, incluso podemos presumir y presumimos de haber vendido a la naciente república federal de los Estados Unidos buena parte de las que son hoy las tierras de su imperio. A finales del siglo XIX, nos hicimos la guerra. Fue un desastre, tan desastre que todavía en los libros de cualquiera de nuestras autonomías hablan del 98. Más difícil será que nuestros chicos sepan lo que pasó en las costas de Cuba. Aquel desaguisado llamado Maine. Aquella primera piedra de lo que para siempre fue la temible maquinaria de la propaganda. Pase lo que pase, los amigos siempre son amigos. Más si hay, hubo y habrá de por medio los negocios que da la vida. Así se funciona siempre, incluso cuando se supone que hay regalos y buenas intenciones. La primera ha sido en la frente. Los Obama se hicieron en el Metropolitan neoyorkino una foto con la familia Zapatero. No eran los únicos invitados, pero si quienes podían llamar la atención. Eran cuatro y no precisamente haciendo un anuncio de moda España. La Secretaria de Estado USA colgaba las fotos de la recepción oficial en su página Web. Santo cielo, dijeron en La Moncloa. No es eso, ni era para eso. Faltó tiempo para pasar a negro todas las imágenes. Hasta la agencia Efe se comió las fotos que de las niñas Zapatero había hecho en la tribuna de Naciones Unidas escuchando a su papa. Gajes del oficio, pero no para estos tiempos que corren. Internet ha sido ahora el mejor album para la historia. Está claro que nos cuesta ser diferentes, pero nunca dejaremos de intentarlo. Hay foto de los Zapatero con los Obama, la hubo de los Obama en Europa, como antes con su perrito en la Casa Blanca. Claro que las diferencias saltan a la vista. La más chocante es que a Laura y a Alba -a las hijas del presidente del gobierno español- las tapan la cara con la excusa de ser menores. Quien lo diría... si lo que importa es el futuro. El pasado -lo dicho- bajo siete llaves. Claro que viendo la foto de familia, recuerdo una anécdota protagonizada por Pío y Fraga bañándose desnudos en las costas gallegas. Desafortunados y sorprendidos, aparece en la cuneta playera un autobús cargado de religiosas. Los ministros franquistas echan a correr tapándose sus partes íntimas. Pío grita a Fraga. Manolo, la cara, tápate la cara. Pues igual, que vergüenza.

Imágenes y mensajes



La revolución de lo inmediato hace viejas las noticias. Ha vuelto a pasar este miércoles en Naciones Unidas. No importan los mensajes, se venden mejor las fotos. Vivimos en la era de la imagen y lo pagan con creces las palabras. Hace años, pensaban que un buen titular podía ayudar a ganar unas elecciones. Era mucho pensar, pero en algunos periódicos se podía llegar hasta sacar miga a un chaparrón. Si llueve gana la UCD, acabó siendo la portada de Diario 16 cuando Adolfo Suárez se las veía con la ola socialista. Eran otros tiempos, pero ahora con Barack Obama todo vuelve a sonarme a repetido. Me pasó antes y me pasa ahora. Los mensajes del presidente de los Estados Unidos siguen recordándome a la campaña española del 82. Malditas sean siempre las comparaciones, pero viendo y escuchando a José Luis Rodríguez Zapatero en rueda de prensa y en Naciones Unidas solo me han entrado ganas de salir corriendo. Eso ya lo he visto, eso ya me lo han contado. Hasta cuando el presidente del gobierno español parafraseaba a JFK he tenido que mirarme la cartera. Seguro. Siglo XXI, septiembre de 2009, otoño. No podemos pedirle a Obama que puede hacer por nosotros, debemos ayudarle a que lo haga. Los medios de comunicación del mundo repiten titulares pero hasta The New York Times hace en su editorial un amago de romper espejismos. Los españoles, siempre pasados de vuelta, prefieren rendirse como nuestro presidente. La solución es la imagen, los añadidos vienen solo dados por los mensajes. Unos hacen resucitar a los ONU. Otros terminan con el unilateralismo estadounidense. Obama, el salvador. Y mientras tanto, caen chuzos de punta. Dardos a lo Gadafi, para demostrarnos que siempre hay un cristal diferente con el que poder mirar al mundo. Nintendo desde la calle de enfrente lo tiene tan claro como el agua. La Wii se venderá 50 dólares más barata para dar esquinazo a la crisis. Supermario es la solución y eso antes de que el G20 pueda poner su particular punto y seguido. Solo que si llueve, la foto tendrá que hacerse a cubierto.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Periodismo y periodistas

Hace muchos años empecé a decir en voz alta que quería ser periodista. Era fácil, lo vivía en casa y lo disfrutaba en la imprenta del abuelo. Todos los días de mi vida han sido parte de un sueño. Problemas pocos, alegrías muchas. Periodismo y periodista. Un oficio y una profesión que cambia cada día. Privilegiado, dirán mucho. Lo acepto. Soy un privilegiado, lo he sido y quiero seguir siéndolo. Periodista, aunque sea en la cuneta. Periodista para descubrir el truco, para morirse de envidia o para sonrojarse con lo que pasa a mí alrededor. Esta es la historia, pero una historia que siempre es diferente. Una historia, tan pasajera como sorprende. El medio es el mensaje. Mentira. Suena bien, como deben sonar bien las crónicas que se escriben para la radio. La música es la encargada de serenar a las fieras. La imagen es más cruda. Las imágenes de la portada del periódico The New York Times son las que hoy han provocado mi sobresalto. Una imagen vale siempre más que mil palabras. Verdad o mentira. Cuatro columnas de foto y dos líneas escasas dedicadas al desfile del modista Oscar de la Renta son las encargadas de marcar las diferencias. Al faldón de la que es primera página de la que consideramos Biblia del periodismo un soldado hace guardia. Las casualidades o el destino se han dado la mano. Azar o necesidad. Es nuestro mundo por delante y por detrás. Norte y Sur. Gloria e Infierno. Sobrecogedoras imágenes para similitudes peligrosas. El espectáculo de la vida radiografiado en directo. La musa de la inspiración frente al sonrojo de la armas. La luz y las tinieblas. El presente y el pasado, acompañando a nuestro más inmediato futuro. Las distancias son mucho más cortas de lo que pudiera parecer. Vuelvo a ver la primera página del periódico The New York Times para poder mirar un poco más lejos. No. Estaba equivocado. Es el desfile de Oscar de la Renta. No es la cámara de los lores, ni tan siquiera una boda de postín. Veo hombres entre sombras, las sombras que provoca una pasarela luminosa. Son hombres, muchos hombre sin proyectos de ley, ni acciones en venta, ni tan siquiera recetas para salir de la crisis. Sostienen en sus manos papeles blancos, blancos como el color radiante de una pasarela por la que se intuye el paso de una mujer. El secreto podría quedarse una vez más debajo de las alfombras. Una alfombra que reluce en la parte más baja de una sorprendente fotografía de primera. Vuelvo a mirar, pero ahora veo el mar infinito. Un mar al que hace escolta el fusil de un soldado. Insinuación. Periodismo. Periodistas.

martes, 15 de septiembre de 2009

En venta, ser vecino de los Obama

Los Grimshaw venden casa. Jacky y Bill, jubilados, viven en Chicago. Hace más de 35 años pagaron 35 mil dólares por una mansión centenaria con 17 habitaciones. La foto de su casa es ahora portada del periódico The New York Times. La historia firmada por Susan Saulny tiene los honores de primera página. Es una de esas muchas noticias que en los Estados Unidos tienen ribete de exclusiva. Susan ha conseguido enterarse de milagro. La casa no está al alcance de las miradas de sus cientos de hipotéticos compradores. El cártel de se vende es una preocupación más para el Servicios Secreto. Los Grimshaw son los vecinos de los Obama en la ciudad de Chicago. La ventana de su cocina es una ventana con vistas. Su casa está separada por una verja y unos cuantos arbolitos de la que por más de millón y medio de dólares compraron los Obama hace menos de cinco años. Las niñas del entonces senador por Illinois gustaban de jugar con el perro de los Grimshaw. Ahora el jubilado profesor y su esposa deciden levantar el vuelo. No hay más explicaciones que la curiosidad de una decisión. Los vecinos de los Obama en Chicago pueden hacer el negocio de su vida. La revalorización del solar tiene efectos inmediatos. No hay problemas de vecinos y la seguridad está garantizada. El 5040 de South Greenwood Avenue no será nunca el 1600 de Pennsylvania Avenue de Washington DC, pero tiene su encanto. Ninguna propiedad privada puede presumir de tener pared con pared a una residencia del presidente de los Estados Unidos. Los Grimshaw hacen que no lo saben, pero por si acaso prueban a enterarse de cómo puede haberles tocado la lotería. Luego queda la declaración de la renta. Los impuestos, la parte contratante de la primera parte y una segura investigación y visto bueno de los servicios secretos estadounidenses a los nuevos propietarios.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Mentiroso

No es normal. Ha sido como si un elefante se hubiese sentado en la Colina del Capitolio. El elefante republicano se llama Joe Wilson. Es un representante del Sur de Carolina. Anoche le llamó mentiroso al Presidente de los Estados Unidos. No es normal, por eso su imagen y sus gritos están en casi todos los medios de comunicación. La segunda oportunidad en la que Barack Obama se dirigía al Congreso de los Estados Unidos -Senado y Cámara de Representantes en sesión conjunta-en la segunda oportunidad salieron chispas. Hubo censura. No en el mensaje del presidente Obama. Sí en la pataleta airada de los conservadores más chillones. Algunos enseñaron la patita nada más verse en el hemiciclo. Un puño en alto, aunque sea el derecho pero siendo el del portavoz de la minoría puede resultar llamativo. Habia que verlo para creerlo. Había que estar en el ajo para entenderlo, para que las imágenes oficiales no pudieran ahorrarnos detalles. Hubo de todo, como en botica. Papeles al aire con los que se suponía primeros desarrollos de una hipotética y necesaria reforma sanitaria. Papelones o carteles con la incripción WHAT BILL?. Y gritos, gritos como el del representante Wilson llamando mentiroso al presidente de los Estados Unidos. La patata caliente sigue en el tejado. Se lanzan dardos envenenados, pero los números son reales como escarpias. La pobreza en el país más industrializado del planeta ha crecido del 12.5% al 13.2% en tan solo un año. Los estadounidenses sin cobertura sanitaria han saltado de los 45.7 millones a los 46.3. No pasa nada, las encuestas y los censos aguntan siempre lo que se les eche. No es lo peor, en el 2006 eran 47 los millones de estadounidendes sin seguro sanitario Quien no se consuela es porque no quiere. Unos llaman mentiroso al presidente. Otros, Obama sin ir mas lejos, solo dicen que cinco compañias son las encargadas de ofrecer seguros de salud en 34 estados de los 50 de la unión. En Alabama, solo BlueCross puede hacer y deshacer entre el 99% de sus ciudadanos. Es el país de Alicia y el país de las maravillas. Hasta esta mañana, el vicepresdente Joe Biden se atreve a pronosticar que para antes del próximo Thanksgiving la reforma sanitaria será una realidad.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Una foto de la Guerra de Afganistán

Una guerra es mucho más que esta imagen. Joshua M. Bernard, infante de marina de 21 años, agoniza después de caer mortalmente herido por una granada talibán en medio de una emboscada. La fotografa Julie Jacobson de Associated Press inmortalizaba la tragedia. Tuvo suerte, puede contarlo en medio de la refriega con la que acompaña su narración. Es una crónica de radio capaz de poner los pelos de punta. Hay fotos, muchas fotos del antes y del después. Julie nos cuenta todo, menos lo que no estaba de su mano. Hay que tener cinco minutos para verlo y escucharlo. Está colgado en Memphis Commercial Appeal. El gobierno de los Estados Unidos ha puesto el grito en el cielo. La familia Bernard pedía respeto. Un respeto que era tanto como el silencio. Tapar los ojos y mirar hacia otro lado. Empotrarse para seguir empotrados junto a cientos de jovenes que pueden perder la vida. Robert Gates, el ministro de la guerra y el jefe del Pentágono, hizo el resto. Llamaba a la agencia y solicitaba olvidarse del instante. Olvidar para siempre en la retina y en la cámara fotográfica de Julie una imagen de la guerra de Afganistán. Associated Press ha decidido y justificado seguir adelante. La agencia esperaba hasta el mediodía para levantar su propio embargo. Se lo ha estado pensando desde el pasado 14 de agosto. Ahora hay quien publica la imagen y quien prefiere seguir la que dicen debiera ser la norma. Una ley no escrita como no escrita sigue siendo siempre el final de la guerra.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Paro y parados

El Periódico de Cataluña convierte en destacada la carta de su lectora Carlota Carrión. Es una misiva escrita desde la angustia del paro. Una historia para leer despacio y pensar deprisa. Pensar, ese debe ser uno de nuestros más graves problemas. Carlota lo pasa mal, vive sin vivir después de un divorcio y en esa barrera que supuestamente marcan los cincuenta años. El Periódico titula mal. ¨La pesadilla de un parado que no puede trabajar¨. Ella quiere y puede trabajar pero no hay manera. Otros pueden y no deben. Tenemos los parados ERE y su particular lotería portátil. Si trabajan se juegan primero la pensión y luego la jubilación verdadera. Existen los parados de por vida, los que cobran de las rentas. Los que viven del cuento y del cuento que hizo realidad la fábula de la lechera. Cada parado es un mundo y cada parado subsidiado una historia. Hasta hay parados ricos viviendo de la rentas. Y ricos pobres capaces de hacer cola para pedir un puñado de euros. Limosnas sí, trabajo poco pero siempre con la esperanza manida de que lo peor ha pasado. Detrás de todos llegan los que escriben cartas angustiosas. Los que justifican silencios imperdonables. Los que hablan más de la cuenta. Más arriba debieran estar los que piensan. Los delegados de los parados, los que ganan en las urnas la representación de todos. El Gobierno de España debiera ser tan solo eso. El gestor de un desaguisado. Sería bueno y necesario trabajar y callar. Cobrar cada mes después de haber hecho bien la tarea. Hablar poco y pensar mucho. Hacer lo mejor para beneficio de todos. Administrar en tiempos de vacas flacas y con un país de pala y cubo porque el ladrillo se ha puesto muy por las nubes. Carlota está en su derecho de contarlo en voz alta. Gajes del oficio. Hasta en la protesta o en la denuncia los españoles somos diferentes. Caen chuzos de punta y cada parado aguanta su vela. En los Estados Unidos, donde los encargados de pensar dicen ver la luz al final del túnel, Benjamin Dewer ha llamado al 911 como otros llaman en España al 112. Los teléfonos de emergencias son siempre una caja de sorpresas. Benjamin con 26 añitos se ha debido pasar de listo. Su pecado fue llamar dos veces para decir tan solo que tenía hambre. Benjamin fue detenido por la policía con síntomas de embriaguez. Nada dicen de la que era su primera urgencia. Se da por entendido que las llamadas fueron hechas sin necesidad. Benjamin ha pasado la noche entre rejas y tendrá que pagar una multa de 1000 dólares. Mañana será difícil y casi extraordinario que vuelva a coger un teléfono para decir que tiene hambre.